caleidoscopios en mis ojos

domingo, agosto 13, 2006

Motivos para ver "Tu vida en 65' "


Emociona. Está rodada en Barcelona. En la Barcelona real, no en la ficticia que se pretende vender. Hay paella, playa y risas. También hay lavadoras, cola-cao y dolor. Los personajes tienen algo de ti, de mí, de nosotros. Es una historia irreal con sentimientos reales. Se habla de las casualidades, y eso me vuelve loca. La música contiene el espíritu del film. Los actores brillan, se creen el film, te convencen. Los colores te embriagan. Albert Espinosa es el guionista (este motivo ya debería de valer por sí solo). Sale un túnel de lavado, y no se lo perdono porque soñaba con incluirlo yo en algún guión. Se ha mantenido más de un mes en cartelera. La crítica la ha apoyado. El público la ha defendido. Es esperanzadora ante el panorama del cine español. No sé si ganará algún Goya, pero mi amor incondicional lo tendrá durante toda mi vida. Puedes ir a verla con tu familia, tus amigos, tus amantes, tus parejas, tus amores platónicos, tu amor secreto, tu ex , tu compañero de trabajo e incluso ir solo/a (atención, esta última opción puede llegar a ser adictiva). Yo también leo las esquelas de los periódicos. Hay fútbol. Se retrata perfectamente la amistad. Los chistes fáciles te hacen réir. Las dos únicas personas que sé que la han visto coinciden en que el personaje de Carmen se parece a quien estas letras escribe, y me tiene intrigadita, así que necesito más opiniones al respecto. Es una película sencilla. Hay silencio. La protagonista canta "Porque te vas" de Jeanette, y tú también terminarás cantándola, como yo, como Ana en "Cría Cuervos".
Hay que verla porque en el cartel se cuestiona lo que debió escribir Otto en "Los amantes del Círculo Polar" dentro de los aviones de papel. La pregunta de la vida...¿Y SI FUESES TAN FELIZ QUE NO VALIESE LA PENA BUSCAR MÁS?. Y desde que la leí no puedo quitármela de encima. De las retinas a la mente, de la mente al corazón y de ahí...de ahí... se muda a la tristeza.
Y por fin mi último motivo: porque os gustará.

viernes, agosto 11, 2006

Un día sin sonrisa

Se me ha caído la sonrisa. Al levantarme no me he dado cuenta de la desaparición. La noticia me ha llegado media hora después. Cuando me disponía a comer una galleta maría bañada en leche he notado algo extraño. De repente me he tocado la boca y ahí no estaba. Primero he imaginado que, tal vez, por las noches se escape con otras sonrisas para dar un paseo. Pero pronto he desechado la idea porque en mi vecindad no abundan. He corrido al espejo del pasillo. Al baño. A los reflejos de las ventanas. A los CD’s. Ni rastro de mi sonrisa. No sabía qué hacer. Me notaba extraña, el ceño se me estaba frunciendo. Los pensamientos habían proclamado la anarquía hasta que el miedo ha irrumpido con un golpe de estado y se ha apoderado de mi mente. Y hay que temer al miedo, porque nadie sabe donde se guarda pero todos lo almacenamos dentro, que me lo han dicho personas muy valientes como tú. Entonces mi cabeza ha pensado cosas feísimas, casi sin sentido. Me he sentido muy perdida. Sabía que podía llegar a decir cosas igual de feas. Y así ha sido. Tú me has hablado. Y yo, sin mi mueca alegre, me he dejado llevar. En este momento me has odiado. No me has entendido, porque yo tampoco me entendía. Y te has enfadado. Y yo me he puesto triste. Porque no te merecías palabras sin sonrisas. Después me he ido al trabajo y por el camino he buscado mi sonrisa. No estaba en las ventanas del tren donde se refleja la playa, ni en los cigarrillos mal consumidos, ni en la canción triste que hoy tarareaba. En las calles de mi arrepentimiento he colgado carteles donde ofrezco recompensa. Tampoco me tropezado con ella en las salas del museo o entre el público. Mis compañeros no la han visto en todo el día. Mi almohada dice que no responde sin la presencia de mis sueños. Y sigo perdida y triste. Aunque creo saber cómo podré recuperarla. Si me perdonas volverá a mí. Sí. Será así. Lo siento mucho…¿me perdonas?

(Dedicado a alguien bueno al cual he hecho daño una mañana de agosto)

lunes, agosto 07, 2006

Estamos en agosto y yo tengo un blog



Siempre cometo el mismo error. Durante meses ansío que llegue el verano, pero una vez se apodera de mí solo quiero hacerlo desaparecer. La contradicción me persigue. Pienso en la lucha de las horquillas de mi pelo contra el viento de otoño, en la chaqueta que querré comprarme, en la ventana cerrada mientras duermo y en el estreno de muchas buenas películas. Imagino el invierno y sus paseos rápidos con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada, en los rituales para quitarnos ropa en las cafeterías, en la emoción fugaz de fiestas que en el fondo no odiamos, en la calidez de un museo un miércoles de enero por la mañana. Recuerdo la primavera y quiero que vuelva, porque llega mi cumpleaños y me alegro de seguir viva, porque tu luz sale más favorecida en las fotos que te hago, porque ya puedo llevar faldas sin medias. Sin embargo, durante todo el año pienso en el verano. Pienso en el chiringuito por la noche, en el abanico, en las fiestas de mi pueblo, en las claras frías, en pasar algún día en Guipúzcoa. No me acuerdo nunca que en agosto siempre trabajo y debo estudiar, que odio el aire acondicionado, que odio sudar y que odio el verano. Pero entonces es cuando tú me llamas y me vienes a recoger al trabajo, bebemos claritas y te dejo mi abanico. O me llamas y me relatas las fiestas de este año en el pueblo. O me esperas en el País Vasco. O vienes después de cenar con tu coche y nos manchamos los piés con la arena del chiringuito. Tú haces que todos mis veranos calcados con plantillas se coloreen con diferentes tonalidades. Tú haces que me guste el verano. Tú, que eres mi amigo, mi amiga, mi confidente, mi ex, mi amante bandido, un desconocido encantador, mi hermano postizo, mi compañera de trabajo o mi petarda favorita. Tú ya tienes donde escribir. Bienvenido a mi blog.